sábado, 21 de enero de 2017

Cuentos cortos para reflexionar.

“El vuelo del halcón”
   Un rey recibió como obsequio dos pequeños halcones y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara.
   Pasados unos meses el maestro informó al rey de que uno de los halcones estaba perfectamente, pero que al otro no sabía qué le sucedía, no se había movido de la rama donde lo dejó desde el día que llegó.
  El rey mandó llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo hacerlo volar. Así, el monarca decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa a la persona que hiciera volar al halcón.
   A la mañana siguiente, vió al halcón volando ágilmente por los jardines. El rey le dijo a su corte: Traedme al autor de este milagro”. Su corte llevó ante él a un humilde campesino. El rey le preguntó: “¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres acaso un mago?”. Intimidado, el campesino, le dijo al rey: “Fue fácil mi Señor, sólo corté la rama y el halcón voló. Se dió cuenta de que tenía alas y voló”.

¿Sabes que tú también tienes alas?.
Sin embargo no te animas a volar.
¿A qué te aferras?, ¿qué te tiene atad@, ahí, inmóvil, estáic@? 

A veces prefieres quedarte donde estás porque es lo que conoces. Pero piensa por un rato: ¿Qué pasaría si te atreves a dar un paso más allá?
Mira tus alas. Ábrelas. Sueña. Vuela. Lánzate. Suéltate.
Mientras emprendes el vuelo observa, escucha, canta, huele, divisa lo que allí hay.
No lo dudes. Puede ser una gran experiencia.




EL PUENTE Y LOS DOS HERMANOS

No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas contiguas, tuvieron un conflicto. Éste era el primer problema que tuvieron después de 40 años de cultivar las tierras hombro a hombro, compartir el duro trabajo y de intercambiar cosechas y bienes en forma continua.
Esta larga y beneficiosa colaboración terminó repentinamente. Comenzó con un pequeño malentendido que fue creciendo hasta llegar a abrir una tremenda brecha entre ellos, que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio.
Una mañana alguien llamó a la puerta de Luis. Al abrir, encontró a un hombre con herramientas de carpintero. “Estoy buscando trabajo”, dijo el extraño, “quizás usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda serle de ayuda”.
“Sí”, dijo el mayor de los hermanos, tengo un trabajo para usted. Mire, al otro lado del arroyo, en aquella granja, ahí vive mi vecino, es mi hermano menor. La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros y él desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros.
Bueno, él pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor. ¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero? Quiero que construya una cerca, de dos metros de alto, para no verlo nunca más.
El carpintero le dijo: Creo que comprendo la situación. Muéstreme dónde están la madera, los clavos y las herramientas y le entregaré un trabajo que lo dejará satisfecho. El hermano mayor ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir a comprar provisiones al pueblo.
El carpintero trabajó duro todo el día midiendo, cortando, clavando. Cerca del atardecer, cuando el granjero regresó, el carpintero había terminado con su trabajo. El granjero quedó, perplejo con lo que vio. No había ninguna cerca de dos metros; en su lugar había un puente. Un puente que unía las dos granjas a través del arroyo. Era una verdadera obra de arte.
En ese momento, su hermano menor, vino desde su granja, cruzando el puente, abrazó a su hermano, con los ojos llenos de lágrimas, le dijo: Eres un gran hombre, por construir este hermoso puente después de lo que te he hecho, gracias y perdóname.
En silencio el carpintero guardó las herramientas y se dispuso a marchar, cuando Luis, el hermano que le había contratado grito: ¡No te vayas espera!, quédate, tengo muchos proyectos para ti.

-Me gustaría quedarme dijo el carpintero, pero tengo muchos puentes por construir.

Fuente: Destellos del Corazón.




LAS GRIETAS DE NUESTRA VIDA – TODOS TENEMOS GRIETAS

Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros.
Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua.
Durante dos años completos esto fue así diariamente, desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.
Después de dos años, la tinaja quebrada le hablo al aguador así, diciéndole:
“Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas solo puedes entregar la mitad de mi carga y solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir.”
El aguador, le dijo compasivamente: “Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.”
Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo, pero de todos modos se sentía apenada porque al final, solo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.
El aguador le dijo entonces” Te diste cuenta de que las flores solo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo de camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro.
Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.
“Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados.”


Fuente: Abundancia Amor y Plenitud




Como los axolotls de Julio Cortázar

Los axolotls son mamíferos-anfibios autóctonos de la región de México. Se conservan aún en la edad adulta en estado larvario.
Son bastante particulares pues en cierta medida tienen semejanzas con el hombre, especialmente en sus patas-aletas con forma de brazos humanos y manitas.
La realidad y el sueño son características de los cuentos de este escritor, que indudablemente nos trasporta a dos mundos en cada una de sus lecturas y nos funde en uno mismo.
Cuando el protagonista de la historia conoció en el acuario a esta rara y poca conocida especie, no pudo dejar de visitarlo casi diariamente.
Lo miraba fijo todos los días a través del vidrio de la pecera. Se miraban ambos, como si desde adentro de ese recinto lleno de agua el axolotl también lo miraba desde su lugar.
Con el correr de los días se iba dando cuenta que algo tenían en común, “el alma”. Que los dos  reclamaban comunicación. Que estaban solos, que buscaban su identidad. 
La rutina del personaje, el trabajo, el ruido de la ciudad, lo cotidiano, lo había sumergido en un laberinto del cual no podía encontrar la salida. Hombre solitario, ensimismado, que busca en su propia soledad la forma de escapar de la realidad material y el fracaso social.
Sentía de pronto que había un vínculo entre ellos. Intercomunicación.
El cristal que los separaba era el espejo de su propia alma. El mirarse fue como descubrir su propio reflejo.
La identificación con animales significa una integración del inconsciente (Jung). Se reconocía en ese pez místico, casi pre-histórico y olvidado en el tiempo.
Entonces comprendía que su soledad estaba ligada a lo más profundo  de su ser.
…“La fuerza de ambos fundidos en esa mirada envolvente, los mantenía diferentes, respetuosos de lo distinto y abiertos a la experiencia para registrar los movimientos y necesidades del otro”…
El hombre busca su identidad, y cuando encuentra su Yo, se transforma y cambia en un movimiento cual aguas turbulentas en el mar bravío. Cuando las tempestades calman, un nuevo ser, recién descubierto, recién nacido asoma y se conmueve de sí mismo. Un Yo que está presente, erguido, firme, que sabe lo que quiere y lo que busca.
Una pecera-espejo en la que nos vemos inmóviles fijando en realidad la mirada en nosotros mismos.
Un espejo que nos devuelve la imagen de nuestra alma.
Descubrirse, admirarse, reconocerse, es fortificar nuestro YO.


Clr. Ferres Silvia

Si quieres leer el cuento completo te dejamos el enlace.
http://ciudadseva.com/texto/axolotl/

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